jueves, 16 de junio de 2011

16 DE JUNIO DE 1955, LOS ASESINOS QUE BOMBARDEARON PLAZA DE MAYO

Se trataba de un golpe militar con el fin de derrocar a Juan Domingo Perón e incluso asesinarlo. Eran
 aviones de la Marina de Guerra en su gran mayoría y algunos de la Fuerza Aérea. Los aviones marineros eran veinte North American-AT 6; cinco Beechcraft-AT 10 y cinco Catalina. Se calcula que el total de kilogramos arrojados alcanzó los 13.800, es decir casi 14 toneladas de bombas. Un verdadero genocidio y caso único en la historia de la humanidad en que una fuerza aérea bombardea a sus connacionales y gasta en el intento más kilos de explosivos que los usados por la Luftwaffe alemana en el bombardeo de Guernica, durante la Guerra Civil Española.

Del expediente 26.237/55, causa "Aníbal Olivieri y otros sobre rebelión militar" archivada en el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas se extrae: El capitán de Aeronáutica Julio César Cáceres en su testimonio (fojas 842) admitirá que el capitán de Fragata Francisco Manrique era el encargado de reclutar para la rebelión entre los marinos. Que se reunían en una quinta en Bella Vista, propiedad de un tal Laramuglia, no sólo Manrique, sino también Antonio Rivolta del Estado Mayor General Naval; el contraalmirante Samuel Toranzo Calderón, jefe del Estado Mayor de la Infantería de Marina y los jefes de la aviación naval en la base de Punta Indio, los capitanes de fragata Néstor Noriega y Jorge Bassi, así como el jefe del Batallón de Infantería de Marina B4 de Dársena Norte, capitán de navío Juan Carlos Argerich. El jefe de los marinos sería Toranzo Calderón. Los civiles, por su parte, sabían que sin contacto con el Ejército cualquier sublevación fracasaría. Uno de los líderes del nacionalismo católico, Luis María de Pablo Pardo, un hombre pequeño y miope, según las crónicas del momento, fue el enlace de Calderón con el comandante del III Cuerpo con sede en Paraná, el general León Bengoa, que está "con el movimiento". Pardo también hace de enlace con los capitanes de la Base de Morón de la Fuerza Aérea y el comandante de Aviación Agustín de la Vega. Según la causa, al tanto de la rebelión estaban el ministro de Marina, contraalmirante Aníbal Olivieri, el vicealmirante Benjamín Gargiulo, y los tenientes primero de navío Emilio Eduardo Massera, secretario de Olivieri, y sus ayudantes Horacio Mayorga y Oscar Antonio Montes, entre otros. También, los generales Pedro Eugenio Aramburu y Bengoa. Desde los civiles, con Pardo conspiraban en un mismo bando radicales como Miguel Angel Zabala Ortiz, conservadores que respondían a Adolfo Vicchi, y socialistas de Américo Ghioldi, entre otros. ¿Cuál era el plan de la sublevación si lograban matar a Perón y alzarse con el poder? Según el testimonio del aviador Cáceres: "Se planeaba armar una junta de gobierno en manos militares, con ministros civiles como Vicchi y Ghioldi y Zabala Ortiz. Y que luego de consolidado el país se llamaría a elecciones".
Una investigación reciente del joven profesor de las universidades Católica y del Salvador Daniel Ci- chero recurre al testimonio de los pilotos del 16 de junio de 1955. Uno de ellos, Máximo Rivero Kelly (quien como no hubo castigo llegó a la subjefatura de Estado Mayor de la Armada durante el muy democrático y humanista gobierno de Raúl Alfonsín) declara que el objetivo no era matar al presidente sino “quebrarlo en su fortaleza de mando”. El mayor número de víctimas de esa gris jornada no se produjo por las bombas, sino por el ametrallamiento deliberado sobre grupos de civiles cerca de la CGT y frente al ministerio de Marina rebelde. Cichero, quien no había nacido cuando ocurrieron los hechos que narra en su libro Bombas sobre Buenos Aires, concluye que si al principio la tentativa de magnicidio pudo servir como “pantalla justificatoria” se reveló luego como “un castigo a la movilización civil que respaldaba al presidente”.

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